viernes, 27 de agosto de 2010

Capítulo 1: Liberación

Luego de 10 años de encierro, sin saber porqué, lo dejaron libre. Eran exactamente las 10 cuando oyó que se abría una puerta. Sintió que lo agarraban y lo empujaban, al mismo tiempo que le sacaban la capucha. Inmediatamente, golpes en todo su cuerpo, producto de los varios giros que dio en el asfalto. Y la quietud. Por un segundo. Abre sus ojos, y automóviles lo rodean velozmente, en una y otra dirección. Y él en el medio de ese caos, se pone de pie. Instintivamente esquiva los autos, y logra llegar hasta la acera. Está en un puente, y él mira para abajo. Abajo corre el agua, y él no cree que lo esté viendo. El disco plateado brilla y lo ilumina. El no mirará el cielo por un largo rato. Camina agarrándose del borde, y llega hasta el final del puente. Corre hacia la derecha. Se aleja.
Desorientado, corre como perro perdido. En su cabeza piensa que no volverá más a esa habitación oscura, solitaria, aislada, muerta. No dormirá más en esa pútrida cama, diminuta, que lo hacía hundirse en esos sueños delirantes.
Pero la historia ahora es otra, lo que pasó en la habitación durante todo este tiempo es pasado, gracias a Dios. Gracias a Dios? O a quién? No sabe. Ya no sabe si Dios existe. Ni siquiera se acuerda que alguna vez existió algún Dios, o que existe la posibilidad de que algo así exista. Y como Dios, cualquier otra cosa tampoco existe, nada más existe, todo ingresa por primera vez, otra vez.

Duele la luz. Duele mucho. Duele el viento en la piel, duele el clima. Duele la humedad y la presión, que hunden más el cuerpo hacia el suelo. Duele el suelo en los pies. Al frente, nada. A la derecha, nada. A la izquierda, nada. Atrás, el puente que no va a volver a mirar nunca. Decide un camino y comienza a transitarlo. No sabe porqué, pero sabe que debe caminar.
Hasta ahora, sólo paisaje. Un tiempo de sólo concreto gris y el resto negro. Respira el aire. No hay encuentro con humanos. No todavía.
La confusión es severa, pero sigue siendo inconciente. Por ahora es todo instinto. Además, no hay culpa, ha perdido ese sentimiento. Una buena por lo menos.
Llega al asfalto otra vez, algo le dice que eso lleva a algún lado. Se lo dice su instinto. Y va. Por el medio. A oscuras. Boca de lobo.

Lo dejaron libre, no sólo del encierro, sino de cualquier recuerdo. El aislamiento ha generado que casi todo se borre, y que lo que poco que ha quedado no pueda ser distinguido entre las tantas historias y recuerdos inventados por él, para no sentirse sólo. Es por ello que va tocando absolutamente todo lo que tiene a su alcance, algo familiar hay en esas texturas. Pero desconfía, como quien no diferencia la realidad de un sueño. Piensa si estará dormido, y si cuando despierte volverá a estar en la celda. Tranquilamente puede ser otra pesadilla de libertad, como tantas otras que ya tuvo. Pero no, esta vez es distinto. El tacto es real, y las yemas de los dedos se hunden, y él puede verlo. Las paredes altas de los edificios, que están agolpados de a decenas por cuadra, raspan, pero él aprieta fuerte sus manos contra ellas. Como quien necesita hacerlo para recordar. Y huele también, los aromas del óxido y del smog de esta ciudad oscura, no son nuevos para él, pero tan lejanos en él, como para parecerlo.
Casi imperceptiblemente comienza a mezclarse con otras personas. Está caminando entre ellas. No puede creerlo. Estira su mano para tocarlas, pero se corren evitándolo, y lanzan miradas como filos fríos de navajas malintencionadas, que le cortan sus capas y lo dejan cada vez más desnudo.

A medida que recorre las calles, se siente más seguro, sus capas desafilan cada vez más rápido las navajas, hasta convertirlas en inofensivas caricias. Al menos por el momento. Camina desorientado, pero con paso firme, lo excita mucho esta situación, este escenario. Es tanta la adrenalina por recorrer, que el miedo queda atrapado en una jaula, que por ahora, parece ser segura.

"Se dejó caer dando vuelcos, cuando lo lanzaron fuera. Esquivando ágilmente la parca, que veía en los fierros veloces,.Escapó de ese puente con vida, no se iba a morir justo ahora."

"Como quien no se cree despierto, todo a su alrededor comienza a tocar. Arañando con las uñas rotas, para ver si se sale del sueño. Pero hoy hay dolor verdadero, está vez es en serio, no es joda."

Sin sentido y descolocado, como perro perdido en el Centro. Ojos llenos de miedo, buscando el contacto perdido hace tiempo, reciben el rechazo inmediato de todo lo que supo extrañar."

"Siempre quebraba eslabones, mientras soñaba encadenado. Ahora que sus manos son libres, se siente más encerrado."

Sólo.

Libre al fin!!